La familia como una constelación de estrellas


Diario LA PRENSA de Curicó, Chile.



La familia como una constelación de estrellas

Caminos de sanación hay muchos y todos pueden ser válidos si nos ayudan y si están basados en el amor y la buena intención. La Constelación Familiar es un mecanismo para lograr paz en el alma.
Por
Juan Pablo Jiménez

Puede que por años hayamos arrastrado algunos problemas internos que nos desequilibran. Puede que hayamos buscado ayuda a partir de diversos caminos y puede que no encontráramos las razones de penas que nos aquejan desde que somos niños.
El psicoterapeuta alemán Bert Hellinger pensando en ello en los ochenta, postuló que la esencia de muchos de nuestros problemas tienen que ver con el entramado y funcionamiento de nuestra familia. Es decir, incluso lo que haya pasado con un familiar muerto o la decisión que en algún momento tomó nuestra madre, tiene implicancia en nuestros constructos interiores y vendrían a ser el porqué de muchas de nuestras maneras de relacionarnos con el medio y nuestros seres queridos.
Lo anterior es la esencia de la Constelación Familiar, uno de los tantos caminos de iluminación que nos pueden servir para encontrar paz para nuestro espíritu.
Hace unos días estuvo realizando constelaciones familiares en Curicó la argentina Cristina Llaguno, abogada que se especializó en el tema en el Grof Transpersonal Training de Estados Unidos.
Con siete años de experiencia, compartió con el grupo presente, casi 30 personas, y abrió ventanas hacia una vida más plena.

UNA GRAN FAMILIA

La mayoría de quienes estábamos en la rueda previo paso a la presentación aquella fría mañana de sábado, nos encontrábamos ansiosos, incluso algunos que ya habían participado otras veces de esta experiencia y sabiendo un mes antes del encuentro.
Uno que se cree seguro y canchero para muchas cosas… Cuando me tocó el turno de presentarme, una tremenda congoja me revolvió el pecho y me fue imposible balbucear más palabras que mi nombre y un “disculpen” ante lo que en ese momento consideré una torpeza, pero que más tarde cobraría sentido cuando “constelé”… Y creo que de inmediato Cristina, con su mirada intensa, leyó en mí parte de mis necesidades y tribulaciones.
¿Cómo explicar una experiencia tan profunda?, sobre todo pensando en no dilucidar detalles que podrían después hacer perder la esencia del sistema a quienes por primera vez participen de este encuentro.
Yo no venía como periodista ni a experimentar. Verdaderamente me motivaba encontrar nuevas respuestas a mi pasado para entender el presente y darle forma a un posible futuro, a través de las constelaciones familiares. De hecho me acompañaba mi esposa, lo que le daba todavía un mayor sentido a este nuevo regalo que el destino me entregaba.

Íbamos a hablar de familias y desde el comienzo nos sentimos como una gran familia.
Cristina, cuando quien necesita constelar pasa al centro del círculo y elige a los representantes de su familia, va leyendo desplazamientos de los participantes y movimientos de quien constela y claro, uno sabe que ella se empapa también de la energía que nos une en el ambiente.
Todos, aunque algunos no participen de las constelaciones, están imbuidos en un profundo silencio frente a lo que está pasando al centro del círculo.
Entonces uno se va sorprendiendo cómo Cristina, sin saber de nosotros, va armando el pasado y presente de quien constela, apareciendo detalles familiares que creíamos o enterrados o en el ámbito de lo privado.
He ahí entonces cuando se van desatando las emociones: un abuelo muerto, el abandono de la madre hacia su hijo, una relación paralela de un padre, una hija a quien le cuesta aceptar a la nueva pareja de su papá, el estar listo para ser padres… Van apareciendo las imágenes y las realidades que nos van ayudando a entender mucho de nuestra personalidad y el porqué tenemos tales o cuales reacciones frente a específicos momentos de nuestra vida.

LISTO…

Cuando se representa a un familiar la energía es tan fuerte, que hay representantes que sienten rabia, calor, mucha pena. De hecho, en dos oportunidades en que fui representante sentí profundamente en mi papel, lo que tendría que sentir el verdadero familiar de quien constelaba.
Lo grande, lo más intenso de vivir fue cuando constelé mi realidad. Parado en medio del círculo, Cristina fue poco a poco reconstruyendo mi pasado familiar. Fueron apareciendo escenas de capítulos de mi existencia y de las vidas de mis padres y abuelos –dos de estos últimos están muertos– y en cuestión de minutos, a través de profundas emociones, fui atando cabos y entendiendo que muchas de las cosas malas y buenas que me han pasado y le pasaron a mi familia, forman parte de mi realidad y eso debo entenderlo con paz; debo asumir que es MI historia y que así se han tirado los dados para que, al final de cuentas, me encuentre vivo, cerrando ciclos listo para enfrentarme a maravillas como el ser padre por primera vez, por ejemplo.
Fue todo un día de trabajo, de vidas, de historia, de lágrimas serenas, de unión, de luz. De Existencia en resumidas cuentas. Comenzamos a las 10 de la mañana y terminamos a las 6.30 de la tarde y fue como si hubiésemos compartido sólo unos momentos.
Muchos de nosotros muy cansados, pero muy repletos de tranquilidad, marchamos a nuestras casas sintiendo que la felicidad puede estar mucho más cerca de nosotros que lo que pensamos.
Aquel día fue un día completo. Aquel día… duró varios años...