La familia como una constelación de estrellas


Diario LA PRENSA de Curicó, Chile.



La familia como una constelación de estrellas

Caminos de sanación hay muchos y todos pueden ser válidos si nos ayudan y si están basados en el amor y la buena intención. La Constelación Familiar es un mecanismo para lograr paz en el alma.
Por
Juan Pablo Jiménez

Puede que por años hayamos arrastrado algunos problemas internos que nos desequilibran. Puede que hayamos buscado ayuda a partir de diversos caminos y puede que no encontráramos las razones de penas que nos aquejan desde que somos niños.
El psicoterapeuta alemán Bert Hellinger pensando en ello en los ochenta, postuló que la esencia de muchos de nuestros problemas tienen que ver con el entramado y funcionamiento de nuestra familia. Es decir, incluso lo que haya pasado con un familiar muerto o la decisión que en algún momento tomó nuestra madre, tiene implicancia en nuestros constructos interiores y vendrían a ser el porqué de muchas de nuestras maneras de relacionarnos con el medio y nuestros seres queridos.
Lo anterior es la esencia de la Constelación Familiar, uno de los tantos caminos de iluminación que nos pueden servir para encontrar paz para nuestro espíritu.
Hace unos días estuvo realizando constelaciones familiares en Curicó la argentina Cristina Llaguno, abogada que se especializó en el tema en el Grof Transpersonal Training de Estados Unidos.
Con siete años de experiencia, compartió con el grupo presente, casi 30 personas, y abrió ventanas hacia una vida más plena.

UNA GRAN FAMILIA

La mayoría de quienes estábamos en la rueda previo paso a la presentación aquella fría mañana de sábado, nos encontrábamos ansiosos, incluso algunos que ya habían participado otras veces de esta experiencia y sabiendo un mes antes del encuentro.
Uno que se cree seguro y canchero para muchas cosas… Cuando me tocó el turno de presentarme, una tremenda congoja me revolvió el pecho y me fue imposible balbucear más palabras que mi nombre y un “disculpen” ante lo que en ese momento consideré una torpeza, pero que más tarde cobraría sentido cuando “constelé”… Y creo que de inmediato Cristina, con su mirada intensa, leyó en mí parte de mis necesidades y tribulaciones.
¿Cómo explicar una experiencia tan profunda?, sobre todo pensando en no dilucidar detalles que podrían después hacer perder la esencia del sistema a quienes por primera vez participen de este encuentro.
Yo no venía como periodista ni a experimentar. Verdaderamente me motivaba encontrar nuevas respuestas a mi pasado para entender el presente y darle forma a un posible futuro, a través de las constelaciones familiares. De hecho me acompañaba mi esposa, lo que le daba todavía un mayor sentido a este nuevo regalo que el destino me entregaba.

Íbamos a hablar de familias y desde el comienzo nos sentimos como una gran familia.
Cristina, cuando quien necesita constelar pasa al centro del círculo y elige a los representantes de su familia, va leyendo desplazamientos de los participantes y movimientos de quien constela y claro, uno sabe que ella se empapa también de la energía que nos une en el ambiente.
Todos, aunque algunos no participen de las constelaciones, están imbuidos en un profundo silencio frente a lo que está pasando al centro del círculo.
Entonces uno se va sorprendiendo cómo Cristina, sin saber de nosotros, va armando el pasado y presente de quien constela, apareciendo detalles familiares que creíamos o enterrados o en el ámbito de lo privado.
He ahí entonces cuando se van desatando las emociones: un abuelo muerto, el abandono de la madre hacia su hijo, una relación paralela de un padre, una hija a quien le cuesta aceptar a la nueva pareja de su papá, el estar listo para ser padres… Van apareciendo las imágenes y las realidades que nos van ayudando a entender mucho de nuestra personalidad y el porqué tenemos tales o cuales reacciones frente a específicos momentos de nuestra vida.

LISTO…

Cuando se representa a un familiar la energía es tan fuerte, que hay representantes que sienten rabia, calor, mucha pena. De hecho, en dos oportunidades en que fui representante sentí profundamente en mi papel, lo que tendría que sentir el verdadero familiar de quien constelaba.
Lo grande, lo más intenso de vivir fue cuando constelé mi realidad. Parado en medio del círculo, Cristina fue poco a poco reconstruyendo mi pasado familiar. Fueron apareciendo escenas de capítulos de mi existencia y de las vidas de mis padres y abuelos –dos de estos últimos están muertos– y en cuestión de minutos, a través de profundas emociones, fui atando cabos y entendiendo que muchas de las cosas malas y buenas que me han pasado y le pasaron a mi familia, forman parte de mi realidad y eso debo entenderlo con paz; debo asumir que es MI historia y que así se han tirado los dados para que, al final de cuentas, me encuentre vivo, cerrando ciclos listo para enfrentarme a maravillas como el ser padre por primera vez, por ejemplo.
Fue todo un día de trabajo, de vidas, de historia, de lágrimas serenas, de unión, de luz. De Existencia en resumidas cuentas. Comenzamos a las 10 de la mañana y terminamos a las 6.30 de la tarde y fue como si hubiésemos compartido sólo unos momentos.
Muchos de nosotros muy cansados, pero muy repletos de tranquilidad, marchamos a nuestras casas sintiendo que la felicidad puede estar mucho más cerca de nosotros que lo que pensamos.
Aquel día fue un día completo. Aquel día… duró varios años...

JURÍDICA SISTÉMICA

La filosofía de Bert Hellinger
aplicada al campo jurídico.
Por la Dra. Cristina Llaguno


Los efectos de la aplicación de la filosofía de los Órdenes del
Amor en un área donde culpa, dolo, castigo, responsabilidad,
justicia reparatoria se encuentran en permanente interacción.

Se trata de un nuevo método y enfoque fenomenológico-filosófico que abre perspectivas hasta ahora desconocidas en la percepción de conflictos legales y subyacentes entre las partes que litigan y llevan sus diferencias al ámbito jurídico con el fin de resolver su necesidad de justicia, colocando nuevamente en sus manos la responsabilidad de sus decisiones y consecuencias.

La primera presentación pública que realicé de una constelación aplicada al campo jurídico fue en marzo de 2005, en el Centro Bert Hellinger de Argentina. Ese día, asistieron al Centro compañeros de formación en constelaciones, colegas abogados y mediadores, y amigos interesados en conocer un poco más acerca del trabajo con constelaciones.

Luego de la presentación de estilo, uno de los trabajos que se solicitó para constelarse refería a un despido y a la sensación de “intensa injusticia” que vivenciaba el cliente.

Hace 25 años que soy abogada y desde hace más de un año había incorporado a las entrevistas individuales con mis clientes, en el estudio jurídico, el trabajo con palitos de madera y plantillas de papel, tetralema e imagen sana, con excelentes resultados;
También en mis sesiones de mediación ofrecía entrevistas individuales a las partes, con sus letrados, donde las acompañaba en la observación de:

  • El conflicto que mantenían en el marco de un Todo mayor.
  • Las dinámicas entre ellos que no podían percibir.
  • Las repercusiones que se producían, algunas observables y otras impensadas.


Estas observaciones resultaron –y continúan siendo- muy positivas y se traducen, por ejemplo, en la reducción del número de sesiones en las mediaciones en las que intervengo, el arribo a soluciones creativas por parte de los clientes, la percepción de las diferencias que ya no se vivencian ni piensan como inconciliables, y por sobretodo en una toma de decisión responsable de los clientes, que los lleva a cumplir en el tiempo con los compromisos asumidos en los acuerdos que suscriben.

Indirectamente esto redunda, por un lado, en una disminución de la cantidad de casos que ingresan para ser resueltos ante la justicia y, por el otro, en el hecho de que las partes recomiendan a otros clientes, estableciéndose así una mayor circulación de consultas y casos.

Animada por esta experiencia de trabajo individual y a pesar de tratarse de una supervisión de las características mencionadas, me aventuré a desarrollar en público la constelación que mencioné, con la intervención de algunas personas presentes como representantes.

La Constelación

El caso constelado fue el de un hombre que había recibido, hacía menos de un mes, un telegrama de despido. Se desempeñaba en una empresa como gerente desde hacía 14 años. (Según las leyes vigentes en el fuero laboral argentino, existe la posibilidad de ser despedido con o sin causa y esto genera, en principio, que se pueda o no recibir una indemnización).

En la situación planteada, luego de 14 años de trabajo, la empresa lo despedía y no lo indemnizaba.

El cliente se encontraba muy movilizado y en la entrevista realicé dos o tres preguntas acerca de la empresa y sus tareas, con el objetivo que se relajara y de poder acceder a una percepción clara de cuáles eran los representantes que necesitábamos constelar para comenzar el trabajo.

Olvidé completamente que estaba en la supervisión en vivo y de pronto fue muy nítido en mi interior que debíamos configurar la constelación con un representante para la empresa y otros para el abogado de la empresa, el cliente y su abogado y para el conciliador laboral, que intervenía en esa etapa del pleito entre las partes.
Rápidamente se observó el escaso interés del conciliador laboral, quien manifiesta apuro en finalizar la etapa procesal y tomaba esta situación como una obligación rutinaria y un trámite más. Además, se percibía tensión entre la empresa y el gerente despedido. Los abogados se observaban como midiendo fuerzas: ambos se situaban al lado de sus clientes y manifestaban encontrarse “a la espera”. Algo resonó en mi interior cuando el abogado de la empresa dijo: “esto no tiene que ver con la empresa ni conmigo”.

Al ingresar nuevamente al campo de información de la constelación, percibí que en el representante del cliente existía enojo y luego afloró dolor hacia la empresa pero también agradecimiento. La primera frase que pude pedirle que dijera fue: “gracias por lo que he recibido”, y el representante agregó “tengo dos tesoros”. Presté atención a estas palabras ya que en apariencia nada tenían que ver con el caso planteado y observé cómo el representante del cliente inclinaba su cabeza ante la empresa. Tenía los ojos húmedos.

Miré al cliente en su silla y le pregunté si esto tenía sentido para él –también estaba visiblemente emocionado- y me dijo que sí. Explicó que el dueño de la empresa era su suegro, que desde antes de casarse con la hija del dueño se desempeñaba en la compañía y que su esposa había interpuesto una demanda de divorcio y, a raíz de esta situación, él había perdido su trabajo. Que tenía dos hijos, dos tesoros, con esta mujer.


Finalmente, de una manera respetuosa y luego de un breve intercambio de frases, el representante del cliente y de la empresa se abrazaron y volvieron a tomar distancia. Mientras tanto, fueron colocados en la constelación dos recursos y una meta y el representante del cliente quedó vuelto francamente hacia ellos.

Y en ese instante di por finalizada la constelación.

En esta constelación se observaron en los representantes comportamientos, actitudes, estilos de confrontación: por ejemplo, cómo era el acompañamiento de los abogados hacia sus clientes (el de la empresa decía que la empresa debía trabajar para él –y en cierta forma es así- ya que la empresa le suministra los casos en los que interviene); el del cliente, colocándose a su izquierda, prestándole un servicio y manteniendo una distancia respetuosa cuando se produjo el diálogo personal entre la empresa (el suegro del cliente) y el representante del cliente; la actitud del conciliador laboral, sin interés en las partes ni en el tema, apremiado por continuar su trabajo con otro caso y el conflicto subyacente al legal, que es hacia donde miro cuando trabajo en este tipo de constelaciones.

Lo subyacente

El conflicto legal es, en la mayoría de los casos, la consecuencia de varias situaciones vividas anteriormente por las partes, que no llegaron a clarificarse y –que a falta de recursos y herramientas- buscan ayuda en terceros: los abogados y finalmente en la justicia, aplicada por los jueces. Las partes ignoran que la justicia que esperan a veces, aún con una sentencia a su favor, no les hará sentir mejor, ni triunfadores, ya que están en juego en este campo jurídico, los conceptos de órdenes arcaicos, desarrollados por Bert Hellinger, que deben ser respetados y honrados.

Luego de haber transcurrido un año de la Constelación que realizamos, las partes –cliente y empresa- no arribaron a un acuerdo conciliatorio, y el cliente inició en sede judicial un juicio por despido reclamando el pago de su indemnización. En paralelo, aceptó que mientras dure el juicio laboral, su esposa perciba de la empresa –que adeuda un monto importante en concepto de indemnización, el que se encuentra en discusión- la cuota fijada en concepto de alimentos para los hijos menores en el juicio de divorcio.

Encontraron una solución creativa que fue aceptada tanto por el juzgado de familia que intervino, como por la empresa y su abogado. La relación entre las partes en conflicto también mejoró sensiblemente una vez que el cliente percibió las implicaciones del mismo para sus hijos menores.

Alternativas creativas.

Muchas veces he pensado que la mejor parte del ejercicio profesional de la abogacía es la posibilidad que tengo, como abogada, de mostrarles a mis clientes otras alternativas creativas que vamos creando juntos y acompañarlos en el camino de la solución que adoptan.

La primera herramienta que ofrece el abogado a su cliente es una escucha atenta lo más neutral posible. La segunda es el análisis del caso y sus propuestas de solución legal y una capacidad de espera con respecto al tiempo que requiere su cliente para optar por las vías posibles.

El cliente es el que sabe lo que necesita, cuando tiene la posibilidad de conocer las herramientas de las que dispone. Acompañarlo en su recorrido por las opciones desde una posición de compromiso y no desde la directiva y desde “lo que se debe y hay que hacer”, es un rol que se logra no sólo recibiéndose de abogado sino a partir de la experiencia profesional y el trabajo personal.

La formación en Constelaciones Familiares y Soluciones Sistémicas me ha mostrado cómo ser una mejor profesional, y antes que eso una mejor persona, y ha beneficiado también a mis clientes. Cada vez son menos los casos jurídicos que requieren acudir a la justicia para que dirima quién tiene razón en los conflictos en los que soy invitada a intervenir. También en ellos ha mejorado notablemente la relación con los abogados de parte, con el cliente contrario y es posible observar cómo, en cada vez más numerosas ocasiones, el cliente y su contraparte llegan a soluciones conjuntas, equitativas para ambas, cuando han observado los conflictos subyacentes en las relaciones jurídicas.

Desde el 2004 a lo que va del 2006, he trabajado con Constelaciones jurídicas en sesiones individuales: en mediación supervisando mediadores y mediaciones; con jueces que desean observar con constelaciones casos particularmente complejos; con trabajadores sociales; con colegas abogados supervisando sus casos, en la preparación de material sobre Constelaciones jurídicas.

He realizado talleres para mediadores, abogados y auxiliares de la justicia en Capital Federal, en Posadas, Misiones y en Chivilcoy, Provincia de Buenos Aires, y en porto Alegre, Brasil. He recibido invitaciones de Escuelas de Trabajo Social para dar charlas acerca del trabajo d Bert Hellinger y son numerosos los colegas que comienzan a interesarse por esta forma de trabajo.

Las Constelaciones Familiares y las Soluciones Sistémicas propuestas por Bert Hellinger son una contribución creativa a la paz y la reconciliación.

La Tercera | Mujer


Testimonio de sanación: "Yo me constelé"

Por: Soledad Castro B \ Fotos: Alejandra González



"Constelarse" es algo así como sanar heridas actuales a partir de la revisión de los vínculos familiares del pasado. El padre de este método estuvo ya en Chile, pero hace algunas semanas una de sus discípulas vino a sanar a los santiaguinos desde Argentina. Me habían dicho que esto estaba causando furor, así es que decidí matricularme. Ella viene de nuevo en enero.


Tuvimos un recreo después de una hora y media intensa de constelaciones. Sentía pena más que nada, y mucho dolor de cabeza. En la pausa algunas fumaban cigarros mientras otras recordaban el año 1998, cuando Bert Hellinger colonizó Santiago de Chile para poner en práctica su nueva herramienta terapéutica familiar.

Pero el recreo, como el vaso de agua, se terminó y la consteladora argentina Cristina Llaguno nos invitó a seguir trabajando. Había leído que recomendaban no "constelarse" la primera vez que se asistía a una de estas sesiones, así es que decidí aferrarme a ese buen consejo desde un principio, como si fuese un escudo. Pero me senté alrededor del círculo que formamos (de 30 personas, la mayoría mujeres) y preferí experimentar sin ser protagonista. Alguna noción tenía del asunto y sabía que me tocaría prestar mi ayuda si alguien de los presentes me pedía "representar a alguien de su familia". Yo lo haría gustosa, con todo mi amor, pero sabiendo que no me constelaría. Simplemente porque no me atrevía.

Cuando volvimos del descanso a sentarnos en esas sillas que cerraban el círculo, Cristina no preguntó quién quería ser el próximo, ni nada de eso. Nos hizo cerrar los ojos e imaginar a nuestros padres: detrás de mi madre, a sus padres, y detrás de mi padre, a los suyos; detrás de ellos, mis bisabuelos. Y así hasta llegar a Adán y Eva. Teníamos que visualizarlos, aunque no pudiéramos ver sus caras, para poder sentirlos: su fuerza, su amor y la poderosa luz que nos atravesaba a todos desde el origen como una gran lanza. -¿Quieres revisar algo?- me preguntó. Y entonces comenzó todo.

De qué estamos hablando...





La argentina Cristina Llaguno estuvo en noviembre en Chile y
viene de nuevo en enero. Ella es abogada, pero se especializó en constelaciones familiares en el Grof Transpersonal Training (EE.UU.).Y lleva siete años en esto.



Partamos diciendo que, por mucho que se lea al respecto, nunca nadie sabrá exactamente de qué va una constelación hasta que se la vive. Partamos por decir que cada constelación es única siempre y que sus secretos son revelados sólo en parte. No porque no quieran ser compartidos, si no porque no existen palabras para describirlos. Es preverbal, atemporal y fenomenológica.

Desarrollada por el sicoterapeuta alemán Bert Hellinger, fue creada en los 80 para que el sistema familiar -y después cualquier red de relaciones, tanto organizacionales, políticas, estructurales y jurídicas, entre otras- recuperara su equilibrio y fuera fuente de plenitud. Recibió el extraño nombre de "constelación" por casualidades de la traducción, pero la verdad es que quienes participan en ella se alinean como verdaderas estrellas y quedan conectados por un lazo poderoso. Es cierto, no tiene mucha explicación racional, pero es poderoso.

Lo que plantea Hellinger (81) es que todos somos parte de una gran familia humana, y cuando se infringen las "órdenes del amor", las leyes dentro del sistema, se produce un desequilibrio. Quizás a raíz de la exclusión de un miembro, del duro juicio que emite un hijo hacia uno de sus padres o cuando alguien quiso ocupar el lugar de otro para evitarle un dolor.

Entonces se desarrollan implicaciones sistémicas inconscientes, repercusiones en toda la familia que pueden causar trastornos síquicos, enfermedades, conductas conflictivas o la incapacidad de avanzar. Y tiene un agravante: se traspasa de generación en generación. Como nuestra vida se relaciona directamente con las de nuestros antepasados -esa extensa cadena de encuentros que se conecta hasta llegar a nosotros y nuestros hijos-, heredamos conflictos no solucionados, violencia (guerras, asesinatos, suicidios), pérdidas de seres queridos, abortos, accidentes fatales, exclusión de personas de la familia, secretos (amantes, hijos no reconocidos) y ausencias paternas o maternas (padres que hacen de madre, madres de padre, hijos de padres).

El método puede revelar esos enredos inconscientes. Si logramos restituir a cada uno su lugar -mediante el reconocimiento, el agradecimiento-, todos encuentran la fuerza propia, permitiendo que el amor fluya naturalmente.

El modus operandi...


Dos terapeutas chilenas, Catalina Santos y María Inés Troncoso, trajeron a la consteladora argentina a nuestro país. El taller llenó todos los cupos.





La clave: en una constelación ocurre algo muy profundo, inexplicable, algo que cuando se siente, llega hasta los huesos. Es único pero universal. Eterno, permanente y puro. Esa sensación es traída a la superficie en una forma muy simple: se huele, se respira y hasta creo que se puede tocar. Con esta especie de belleza, amor y bondad que se hace visible, se pueden encontrar soluciones sanadoras en el alma. Simplemente, porque la realidad es ahora. Palpable. Por eso, no se trata de una presunción de quien se ha constelado cuando nos advierte que "hay que vivirlo para entenderlo". Quien quiere constelarse elige representantes para los miembros relevantes de su familia y para sí mismo. Trabajando desde sentimientos interiores, la consteladora los ubica dentro de un espacio determinado en relación con los otros representantes. Ellos no conocen los antepasados de quien se somete a este "ejercicio" ni conocen sus preocupaciones, pero pronto comienzan a sentirse tal y como la persona a quien representan. A veces sufren sensaciones corporales como dolores, frío, calor o pena. Yo, de hecho, en una representación sentí muchos celos de mi pareja. A otros los vi llorar intensamente.

Así transcurre esta especie de terapia, hasta que en algún momento la persona que ha armado la escena, la que busca constelarse, se sale del cuadro para ver y entender su propia historia. Sólo a partir de esa imagen el constelador puede considerar los sentimientos de los representantes ("tengo pena, miedo", "me quiero ir", "no me gusta él") y hacer un diagnóstico para, finalmente, ejecutar los cambios necesarios en el espacio.

Lo que buscaba Cristina Llaguno, durante el rato en que pude observarla, era que surgiera la dinámica oculta y, para eso, muchas veces fue cambiando de lugar a la abuela, la mamá, el papá, el marido o los hijos de cada constelada.Para hacerlo, ella usa una técnica: se expone a la información que surge de la percepción del campo de conocimiento. En el fondo, deja de analizar con su mente y percibe con su cuerpo y sus emociones -sin prejuicios ni intención alguna- todo lo que va sucediendo entre sus "pacientes" formados en grupos. Y lo que resulta de ese ejercicio, Llaguno lo mira tal como es, para así poder ver los pasos a seguir en la búsqueda de una solución. Si es necesario, agrega nuevas personas y ve qué efecto provocan; también puede dejar que los representantes sigan los movimientos que sientan (se mueven mucho hasta encontrar un lugar donde estén cómodos), y sólo acompañarlos hasta llegar a un final. En cualquier caso, son movimientos del espíritu. Por muy poderoso que pueda sonar, el éxito de una constelación depende de si quien se somete a esta terapia está preparado y es capaz de comprometerse y completar el movimiento hacia una buena solución. Pero es un hecho que todo el proceso demanda crecimiento personal, valor y ganas para enfrentarlo, porque es inherentemente espiritual, pues en el fondo uno se confía a algo más grande.

En el trabajo se dicen frases muy reparadoras, que van uniendo lazos. Son palabras de reconocimiento, peticiones, incluso literales devoluciones de "paquetes" que a uno no le corresponden. Pero, eso sí, siempre con una mirada positiva, ya que nunca se busca cortar, borrar, expulsar ni castigar. Al contrario, el objetivo es integrar, mirar, tomar, agradecer. Sólo así se producen efectos, que por lo demás son invisibles, porque la familia no sabe lo que ocurrió. Sólo se producen cambios fuertes. Como el que sentí luego de aceptar la invitación de Cristina a "revisar algo". Puedo escribir ahora, por ejemplo, mamá, te amo, gracias por todo. Don que hace dos meses ni mi preciosa mamita ni yo nos soñábamos.

Mi constelación...


Y entonces todo comienza. Cristina me invita al centro, mientras trato de deshacerme de la incomodidad de la exposición, el miedo, la curiosidad.

Sin ni siquiera preguntarme qué me gustaría trabajar ni quién soy, ella elige a una mujer preciosa y me la pone al frente. Yo sé que representa a mi mamá, aunque nadie me lo va a decir. Nos miramos a los ojos mucho rato y, sin hablarnos, entiendo que es como un ladrón que se robó algo importante de mi vida, pero me dice como un niño nervioso que no fue su culpa.Cristina me pregunta qué siento.Yo le digo que mucha pena. Lloro hace rato.

Luego le pregunta a mi mamá cómo está. Ella dice que mal. La veo tiritar. Mi mamá, en momentos difíciles, es tiritona.Todo sigue igual. Sólo mirándonos a los ojos, brillosos los cuatro; distanciadas. Intento vencer prejuicios y abro mis manos, las palmas. Y me sorprendo al verla retroceder dos pasos atrás, más lejos de mí.

Mi mamá no está disponible. Me da pena, creo que no la entiendo, pero al segundo siguiente intuyo que sí. Esta reacción es la que nunca me ha dejado de sorprender, pero es la que siempre me ha mostrado; siempre retrocediendo, aun después de que yo le pida lo contrario. Por qué no puede avanzar, me pregunto.

Instantáneamente me alivio y físicamente me siento ligera. De verdad, me siento flotando, flo-tan-do a milímetros del suelo (por favor, léalo literal). Ella sigue mirándome con pena y miedo, pero yo estoy libre de responsabilidad.

No nos acercamos.

Entonces Cristina me pide que le diga: "Mamá, por favor tómame como tu hija". A mí me cuesta, me duele la garganta atragantada, pero se lo digo.

Luego le pide decir a mi mamá: "Lo siento. Ahora veo tu dolor. No supe, no pude, fue mucho para mí".

Pero no nos conectamos. Cristina escoge otra mujer, que ubica detrás de mi mamá, a quien gira para que vea a esta nueva mujer. Es mi abuela materna. Intenta que se comuniquen, pero no pasa nada.

Cristina le pregunta a mi abuela qué pasa, y ella responde con vergüenza que siente a su hija muy soberbia, que no puede. Cristina vuelve a escoger otra mujer, porque capta que es necesario hacer una hilera de mujeres para buscar la conexión perdida entre dos de ellas. Algo que se repite en mi presente. Y trae a otra, también bella, que ubica detrás de mi abuela. Y cuando mi bisabuela y abuela no pueden verse, trae a mi tatarabuela, quien también necesitará que le traigan a la chozna. Y sí, entonces sí, chozna y tatarabuela se reconocen, se toman, se aceptan. Y como el dominó, el impulso rebota en la siguiente mujer de la cadena, quien vuelve a conectarse con su hija, y ésta con la suya, y así sucesivamente hasta llegar a mi madre, ahí parada, frente de mí. Me mira tranquila.

Cristina me motiva a hacerle una reverencia, inclino mi cabeza y la honro: "Te tomo como eres y tomo lo que me has dado. Por favor, tómame como a tu hija y mírame con buenos ojos". Ella contesta (siempre guiada por Cristina), muy lentamente: "Lo siento. No estuve para ti. Y no me di cuenta de que sufrías y me necesitabas. No supe. No pude. No estuve. Y ahora te veo y te reconozco como mi hija. Yo te quiero y te doy un lugar en mi corazón. Tomo tu vida y hago algo bueno con ella".Después le digo: "Gracias por la vida, querida mamá".

Surgen el abrazo y el dolor sublimado. El llanto, porque tiene que salir. Cristina nos pide abrir los ojos para vivir ahora, grabar esta imagen actual para siempre. Y luego me invita a apoyar la espalda contra mi mamá, sujetarme en ella y presentar al público mi matriarcado; tengo una preciosa fila de mujeres que me siguen. Me giro y descubro mucha gente emocionada y maravillada como yo (no suelto la mano de mi mamá). "Esta es mi familia preciosa, mis mujeres". El corazón se me sale por la boca.

Cerramos el trabajo formando un círculo con todas nosotras, y Cristina. Es para honrar a mi sistema. Miro a cada una a los ojos y les doy las gracias.

Entiendo que la fortaleza que heredo ahora -aunque siempre estuvo- viene de antepasados que no tuvieron impacto directo en mi vida. Y Hellinger resuena en mi cabeza: "El que ha comprendido que lo presente está en resonancia con el pasado, tanto en lo bueno como en lo malo, late en sintonía con el mundo".

Mi corazón sigue acelerado.



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